Hoy en día hay varias clases de padres: los padres que leen libros sobre como educar a sus hijos: “como ser un buen padres”, “como hacer que mi hijo me escuche” o “como tratar con mi hijo adolescente”, etc; por otro lado están los padres que no se imponen a sus hijos, como dice Rotthaus, los que caerán en la desesperación y la resignación; y en tercer lugar, también nombrados por el autor, están los padres que dejan a sus hijos hacer lo que quieran y se empiezan a imponer cuando es tarde y los niños les rechazan.
Estamos en una sociedad en la que el hijo es el “colega” del padre, y la madre es la “amiga” de la madre. ¿Por qué? Los padres tienen miedo de no ser buenos padres, de no saber educar a sus hijos, no saber cómo imponerse, tienen miedo a la negativa del niño.
Rotthaus, pregunta si la escuela debe cuidar a los niños la mayor cantidad de horas posible y aliviar a los padres, o debe resolver todos los problemas sociales actuales como la discriminación de niñas y mujeres o el aumento de la violencia en la sociedad. La respuesta es NO. La única crisis es la crisis de los padres, crisis de que los padres enseñan valores. La figura materna y paterna es la base del desarrollo del niño. Los padres deben trasmitir cultura, hablar – por tanto educar - de temas como la generosidad, la tolerancia, la violencia, la sexualizar, la religión, etc. Temas que hoy en día está educando: el Estado con asignaturas como “educación para la ciudadanía” o “ética”; y la publicidad.
Explicar el porqué de las cosas es cosa de los padres, y el problema esta en que ni los padres saben explicarlo: ya sea por miedo a decirlo mal o por falta de información o por falta de formación.
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