Fernando Savater en
su obra Rebelión en la granja nos hace reflexionar sobre un tema polémico y
actual como es la abolición de las corridas de toros en las regiones de España.
Esta polémica ha
alcanzado un nivel político desde el momento en que llego al parlamento, ha
llegado a ese punto debido a la presencia de un alto nacionalismo, puesto que
no ha habido ningún tipo de iniciativa popular. A esto Savater añade que el
parlamento no debería meterse en ideas de conciencia individual. El Parlamento
esta para “establecer normas que permitan convivir morales diferentes sin
penalizar ninguna y respetando la libertad individual” [1]
Moralmente [2]
acude a Tomás de Aquino para respaldar que el maltrato animal es moneda
corriente en los moralistas. Hay una relación entre el animal y nuestra
humanidad. La relación del hombre con el animal la encontramos desde el principio
de la creación del hombre: han sido nuestra comida; nos han servido de
transporte, tirando de carros; nos han ayudado en la realización de algunos
alimentos, tirando de las norias; y también nos
han servido para combatir guerras, tanto por la movilización de los ejércitos
y como armas.
Para terminar
Savater hace referencia a dos ideas: El hecho de que los espectadores de las
corridas de toros van a ver sufrir al animal. Y en segundo lugar la presencia
de comprensión y de hipocresía paralelamente. En la primera nos tenemos que
preguntar si es crueldad o no. Y en la segunda se puede ver que Savater quiere reflejar la incoherencia de la gente que está
a favor de la abolición de la corrida de toros, pues aparece una compasión que
después no tienen y por ello el autor también utiliza el término “hipocresía”.
En este pensamiento abolicionista se hace presente la falta de coherencia, pues
no se sabe si realmente.
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